Columna de opinión
Por: Bryan Moreno López (Biólogo UN / Docente)
En el marco del lanzamiento de la pagina de "CIENCIA PARA TODOS" Presentamos nuestra columna de opinión reflexiva sobre la educación de la ciencia.
Durante la época de colegio siempre nos preguntan: ¿Qué queremos estudiar? ¿Qué carrera queremos elegir para nuestra vida? A veces nos pueden preguntar ¿Qué te gusta y como te ves de adulto? Pero siempre hemos estado condicionados a ver una carrera como un trabajo de la vida y no realmente ver como nuestra pasión se puede convertir en nuestra ocupación para toda la vida.
Soy Biólogo, al igual que muchos otros y otras colegas de profesión, vocación y oficio, elegimos esto por mera pasión, por el simple hecho de que en el interior nos llamaba la aventura, el conocer más del mundo que nos rodea y de explorarlo y descubrir todos sus secretos. Así sin importar si nos gustaban las plantas o los animales o los microorganismos, igual estaríamos guiados por la misma pasión. Sin embargo a medida que fuimos creciendo dentro de la labor olvidamos algo importante que como científicos debemos jamás olvidar: compartir lo que sabemos, lo que hemos descubierto incluso nuestra forma de ver y entender al mundo con el resto de las personas. Cada día la academia nutre más y más a la academia y que no es algo que este mal, pero que se ha quedado ahí y no ha salido.
Los científicos definidos como: personas que trabajan, investigan y producen #ciencia desde cualquier parte de la misma (biólogos, químicos, astrónomos, físicos, matemáticos, estadistas, ingenieros, médicos entre otros) tenemos un legado importante que los antiguos tenían muy claro. El descubrir es para compartir con los que no lo saben. Esta misión tan básica de nuestra vocación/oficio/profesión se perdió y hoy en día nos cobra la cuota por haberlo hecho.
En pleno 2020 nos enfrentamos a los Terraplanistas (personas que aseguran que la tierra es plana).
En la sociedad actual nos enfrentamos a un fenómeno más contagioso que cualquier pandemia y con mayor capacidad de dispersión y reproducción que algún patógeno conocido, mucho más destructivo que una enfermedad mundial o una guerra, la desinformación. Si en pleno 2020, siglo XXI, donde tenemos la tecnología más sofisticada que hemos podido construir nunca, donde el internet es nuestra creación más poderosa pues conecta a personas a miles de kilómetros a distancia y nos permite acceder a todo el conocimiento alguna vez generado, si en este momento de la historia es cuando más desinformación tenemos. Es nuestro propio oscurantismo digital, pues acá el problema no es la no existencia de información, si no, el exceso de información que hay y que tristemente la mayoría no es real. En pleno 2020 nos enfrentamos a #Terraplanistas (personas que aseguran que la tierra es plana), Antivacunas (personas que sostienen que las vacunas al contrario de generar un beneficio generan un problema en la salud y pueden ser usadas para contralarnos al mejor estilo de una distopía de George Orwel) y los mitos urbanos alrededor de temas.
Entonces es aquí donde nuestro trabajo como científicos debe cobrar total relevancia, pero no me mal entienda, no significa que tengamos que investigar más y publicar más en revistas indexadas como Nature, Science o SciELO para luchar contra estos problemas. Aquí debemos volver al origen, ver lo que en principio hacían nuestros predecesores personas como Rachel Carson que con un libro permitió todo un movimiento ambientalista, Carl Sagan, David Attenborough, Jacques-Yves Cousteau, Martin Gardner, Stephen Jay Gould, Sonia Fernández-Vidal, Desmond Morris, Bill Nye, Niel deGrasse Tyson, Alice Roberts, entre otros más que no solo son personas que han aportado al avance de la ciencia en sus campos, si no que han compartido al mundo y han enfocado grandes esfuerzos en divulgar la ciencia para la gente “común” y en poder educar a muchas personas para que la ciencia sea algo que todos podamos entender, desde los conceptos más básicos hasta los más complejos. Como científicos volvamos al origen, al compartir con el mundo lo que sabemos y compartir con el mundo nuestra visión del universo.
Pienso en tres formas como nosotros podemos atacar estos problemas:
APASIONEMOS A LOS NIÑOS Y NIÑAS CON LA CIENCIA.
Como docente me he enfrentado a un estigma: las #ciencias son aburridas o son para los clásicos “nerds” o superdotados. Pero la realidad es que no y como en el arte, la ciencia es para quien le apasiona, claro hay que aprender conceptos, que ciertos talentos y habilidades hacen que sea más sencillo entender y comprender una #ciencia, pero poseer un espíritu por conocer más y preguntarse es lo que hará que este cuento funcione o sea despertar un atributo humano único, ¡Curiosidad!
Nos olvidamos de la gente que no habla nuestro dialecto “científico” y por ende no lo entiende. ¿Cuántas de las investigaciones logran llegar al “ciudadano de a pie”?
Pero acá es donde debemos apuntar con los niños, como padres, maestros o científicos desde donde actuemos, debemos poder despertar la curiosidad de los niños (cosa que no es difícil pues la naturaleza de un niño es sumamente curiosa). Esta curiosidad y pasión por la #ciencia funciona como iniciar un fuego, la curiosidad natural del niño es el combustible y debemos poner la chispa adecuada para poder encender esa curiosidad y se transforme en pasión. Si tú eres padre, alienta esa curiosidad natural con juegos, experimentos caseros, con viajes y experiencias que lo lleven a explotar la curiosidad. Si eres maestro, cae el mayor porcentaje pues desde el aula debes poder prender ese fuego y mantenerlo vivo, con clases experienciales y formas nuevas de enseñar y vivir la ciencia. ¿Esto con el fin en que todos se vuelvan científicos? ¡No!
Al contrario sin importar que haga con su vida, la ciencia seguirá estando presente y la seguirá consumiendo y será un adulto más completo, con mejor capacidad de entender el mundo y mejorarlo.
MENOS ACADEMIA Y MAS DIVULGACIÓN
Los Biólogos (hablo desde la biología, pues mi carrera, pero seguro pasa en todas las ciencias naturales y otras disciplinas) tenemos un problema muy muy grave y pocos son los que hacen algo por cambiarlo. Nos olvidamos del resto de la gente que no habla nuestro dialecto “científico” y por ende no lo entiende. ¿Cuántas de las investigaciones logran llegar al “ciudadano de a pie”? Pero no se enoje y me mal entienda, esto no se trata de que los científicos dejen de hacer ciencia y dejen de publicar en revistas especializadas o que de ahora en adelante de dediquen solo a divulgar, pues si no hay ciencia nueva por consecuencia no habrá que divulgar. Es más bien un “enfoquémonos” en abrir canales de comunicación claros con la gente común donde puedan de manera simple encontrar lo que hacemos como científicos y lo que descubrimos y por qué no, contagiarse de esta pasión de la #ciencia.
Basta de la superioridad y de las pretensiones de hablar en científico con alguien normal para parecer sumamente intelectual. Es momento de poder llevar un conocimiento muy complejo a una explicación ilustrada y sencilla. Si Schrödinger logro hacernos entender el principio cuántico con una caja, un gato y un veneno, creo que cualquier otro conocimiento se puede hacer entender de manera sencilla. Los científicos somos los prometeos modernos y tenemos el fuego del conocimiento pero no lo estamos entregando y de manera banal nos lo estamos quedando y después nos preguntamos ¿Por qué, la gente cree en cosas tan raras como que Bill Gates quiere imponernos chips para tenernos controlados? Así que lo invito como científico a que promueva las ciencias para todos y todas. A que si hace estudios en una zona, después a la comunidad de la zona le comparta lo que encontró y así comparta ciencia. Que use su red social como herramienta para divulgar ciencia.
TODO CUENTA Y MAS SI ES DIGITAL
Estamos en una época de consumo inmediato y de formas de comunicación totalmente distintas a las de hace 10 años. Hoy el mundo está conectado y lo que alguien hace en china lo podemos ver en tiempo real en Colombia.
Esto hace que divulgar #ciencia sea un reto y no como hace 400 años, en la que la iglesia te quemaba por decir algo nuevo, hoy el reto es poder divulgar haciendo competencia a todos los posibles contenidos basuras que el internet y la sociedad ofrece. Para eso la divulgación científica debe ser muy digital y sumamente contemporánea. Los libros, las charlas y los documentales funcionan aun pero no impactan o llegan tanto como si lo hace “la comida rápida” del conocimiento. Entonces acá es donde las redes sociales se convierten en las mejores aliadas para la divulgación y luchar contra la ignorancia ¡un poquitico!
Facebook, Twitter, Instagram, YouTube son plataformas de difusión sumamente poderosas que hoy podemos usar y que no les estamos sacando el jugo. Es necesario que para luchar contra los problemas que ya mencionamos anteriormente en este texto usemos toda herramienta disponible. No significa que todos hagamos un canal de YouTube para esto, pero si compartamos información de gente que se dedique a divulgar y apoyemos estas iniciativas. Abrir un blog y contar lo que haces también es una forma en que hoy en día se puede divulgar ciencia. Compartir fotos de sitios, animales, plantas o contenido sobre ciencia y que la gente lo vea de una manera más cercana, ya es divulgar.
Así que está en nosotros los científicos, los que estamos metidos en este cuento, los que nos apasionamos con cada aspecto del universo, hacer que la gente cambie y que tantas cosas absurdas que hoy en día suceden, se acaben, pues si nosotros los #científicos fallamos las cosas se pondrán peores.
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